Esta intervención proponía una reinvención del espacio doméstico como otro escenario desde el que generar y manifestar una posición política y artística. El neón en la ventana escaparatizaba la casa, mi casa. El anuncio, la llamada contextualizada desde el yo, desde la privacidad del hogar, hacía una invitación a repensar las posiciones de sus habitantes.
Si bien cuando Neón (zorra) se muestra en un espacio cerrado, el entorno, nos invita a reflexionar sobre conceptos, pero no específicamente sobre personas; en este caso lo hacía incidiendo en lo individual y lo personal: se manifestaba como un mensaje de sus habitantes, igual que ocurre hoy (2019) con las diferentes banderas y consignas que inundan las ventanas y balcones de nuestras ciudades.